domingo, 4 de abril de 2010

[CAPÍTULO I] .::. Respirando lo prohibido .::.


El frío hostil del invierno traía consigo algo más de lo habitual, el dolor puro en cada suspiro y cándido vértigo merodeando la habitación; donde él aguardaba el paso de los días postrado en un lugar desconocido en un estado deprimente respirando con dificultad atontado por tantos sedantes y emociones mezcladas . Junto a él dos enfermeras asignadas para el turno de esa noche, cotorreaban con sarcasmo:

- Éste si que tiene suerte, de semejante paliza nadie se salva.

- Si, pero que clase de basura debe ser que cuando estaba agonizando nadie vino a verlo.

- ¿Que habrá hecho para que lo golpeen de esa forma?

- Debe de ser algún lío de faldas o alguno de esos rateruelos que se lanzan encima de uno por unos centavos.

- En fin lo que sea, ojalá que alguien venga por él porque ya me empiezo a aburrir de verle la cara todas las noches.

Salieron ambas a tomar un café para calentar el alma, el frío se incrementaba con el paso de las horas y con ello el hospital se tornaba más inhóspito. Tomás seguía ahí perdido en el limbo, soñando con hadas y príncipes, cantando quizás, recordando pasajes de la última novela de Allende que leyó hace algunos meses o sonriendo bajo la luz del algún ocaso perdido en alguno de esos días azules.

Amaneció, atardeció y anocheció muchas veces, pero él seguía ahí extrañamente con la sonrisa a medias posiblemente ignorando todo aquello, tenía las mejillas maltratadas, el cabello alborotado, el largo tiempo en el hospital borró el color de sus labios agrietados por los golpes, su imagen decrépita despertaba lástima de los que lo atendían, el cuerpo que lucio siempre esbelto y hermoso yacía inerte sobre las sábanas blancas del olvido; cuatro operaciones pesaban sobre sus escasos veinte años, tanta sangre perdida le daba a su tez blanca un color amarillento, los huesos rotos por todo el cuerpo lo hacían gemir de dolor durante lapsos prolongados, susurraba palabras como: “ya no más”, “por favor”, “ayúdenme”.

Era la segunda vez en su vida, que acudía a ese lugar. Desde muy niño lo protegieron de cualquier roce que dañaría su susceptibilidad, era bastante sentimental, tierno y cariñoso, lloraba por cosas insignificantes carentes de importancia alguna; en una ocasión se deprimió durante una semana porque el personaje principal de su serie favorita murió de una forma inesperada, y aunque recurrió a varios psicólogos no pudo recuperarse con facilidad, dejó de ir a la escuela, no hablaba con alguien en casa y hasta alejó de su lado a Pipo (su perro) porque decía: que le contagiaría su dolor y ya no lo iba a querer más; por ende debido a su peculiar personalidad y a varios sucesos como este, su madre se negó rotundamente a que su único hijo tenga que contemplar de cerca aquel mundo donde Dios no asomó las narices; apelando que destrozaría su dócil corazón y no estaba dispuesta a verlo entristecido durante meses, a lo que su padre objetó en reiteradas ocasiones, pero al no obtener resultado alguno no le quedó otra que aceptar la decisión de la progenitora; que siempre salía victoriosa de toda discusión con su marido; le asignaron un doctor particular que acudía a la casa una vez al mes y en ocasiones leves como: resfriados, fiebres, intoxicaciones, dolores de estómago, heridas por alguna caída mientras jugaba, varicela, entre otras.

Contrataban a una enfermera para que lo cuidara durante el día, y en casos graves como una pierna rota, quemaduras, o cortes lo llevaban a una clínica donde lo atendiesen con rapidez sin que se percate de todo lo que había a su alrededor. Fue difícil para él acostumbrarse a tanta sobre protección, le negaron la posibilidad de ver a su abuelita por última vez, por el pánico a que sufriese un Shock – emocional al verla agonizante sobre el lecho de la muerte, pero sabía que todo eso era por su bien y al ignorar todo aquello podía sonreír todo el tiempo y librarse de pesadillas durante la noche.

Y así fue creciendo Tomás, lleno de amor y buenos tratos; mimado con pulcritud por ambos padres; educado en buenos colegios y rodeado de "gente bien", ignorando lo malo y añorándolo a la vez. No podía quejarse, la atención se centro en él desde que nació e incluso antes, y más antes. Pero la paradoja del destino es lo que lo hace hermoso, ninguno de los miembros de esa familia aunque cabe resaltar que Pipo si, imaginaría que a "Tomacito" el tesoro más valioso .... "lo parieron defectuoso".




1 comentario:

  1. Mmm..Esta cheere xD ... Tomas tmb esta ahi dile q m visite zhomy jajaja!!!..., ... esta bn cheere.... pero sabes, yo creo que el problema no fue tomas sino sus padres ya que cada persona siempre encuentra la forma de adecuarse a su medio sin necesidad de "ayuda"; es mas, la forma de encontrar un equilibrio entre el mundo y la persona solo depende de uno mismo, es algo hinherente a nosotros que nuestro cuepro y mente intenten poder hallar el modo de vivir en este mundo sin dejar el suyo. Me gusto .. =)

    RMS
    HipperQrew

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