lunes, 30 de diciembre de 2013

Espiral - Parte 5 (Final)



Teníamos dos amigos maravillosos, ocho patas - dos corazones, lo éramos todo y terminamos siendo nada, cuando los perdimos entendimos que la vida era dura, que los seres que uno amaba terminaban viéndose obligados a tomar rumbos distintos, el mundo redondo y desconocido tenía que seguir girando a pesar de la destrucción interna.

Teníamos dos ángeles que nos llevaban de un lado a otro sobre el lomo, tan bellos y tan cálidos; juntos pasamos frío, calor, viajamos bajo lluvias intensas, tormentas de rayos y truenos, campos inundados con espíritus, oscuridad y silencio, cansancio y fastidio; juntos tocamos el cielo, caminamos sobre las nubes, disfrutamos de la magia de caminar sin tocar el suelo, de volar sin tener alas, de atravesar el tiempo sentados sobre las monturas heredadas por el abuelo.

Teníamos la felicidad rozando nuestros dedos, la alegría en cada paso, la sonrisa en cada latido, la ilusión en cada travesía.

Teníamos una familia de siete, y éramos siete en todo momento.

Teníamos todo lo necesario para fabricar una colección de tiempos memorables.

Teníamos dos seres muy amados que nos enseñaron a sentir, a vibrar, y también a descubrir el desgarro profundo del desprendimiento, de la despedida que se hace eterna, del adiós que da su manifiesto y va destruyendo todo lo que encuentre a su paso, del hasta nunca que va latiendo en cada lágrima que va escapando, del ya no son nuestros, del quizás nunca lo fueron y sólo formaban parte de un préstamo de felicidad, un retacito de gloria.



Espiral porque nos encontrábamos girando alrededor de un punto de vida, negando el distanciamiento de un tiempo pasado que tantas alegrías nos ofreció y sin lugar a dudas fue mejor, pero ahora con el transcurso de los días, se van cerrando más puertas y se van abriendo otras tantas, es inevitable adoptar nuevas millas, nos alejamos cada vez más, cada vez más y más, empezamos a desaparecer lentamente hasta que en algún momento de nuestras vidas nos extinguimos por completo.






viernes, 27 de diciembre de 2013

Espiral - Parte 4




El más grande era diferente, dulzura pura, fragilidad tatuada en la mirada.

Yo solía pasar mucho más tiempo con él, nos entendíamos a la perfección, ahora que el tiempo ha pasado podría afirmar que latíamos con la misma intensidad, pausados y tranquilos, suaves y asilenciados, entonces podrían habernos golpeado y no reaccionábamos, podrían habernos herido y sólo sangrábamos a escondidas, podrían habernos gritado y sólo temblábamos asustados, podrían habernos destruido y sólo nos quedaba compartir penas, llorar a dúo, abrazarnos para recalentar el sentimiento que se nos empeza a ir de puntillas, que se nos escapaba por el agujerito de la puerta trasera.

Yo aprendí a vivir cuando un día de nubes grises y pronóstico lluvioso me cargó en la espalda por vez primera, acaricié su pelo y sentí su corazón latiendo, su cuerpo caliente se fusionó con el mío para transmitirme energía nueva, distinta, profunda. 

Empezó a caminar a pasos lentos para darme alas, empezó a moverse despacio, despacito para no ahuyentar al coraje y mantener la templeza, despacito para que no se aproxime el miedo y de un grito salte huyendo despavorida, despacito para enseñarme a andar por los cielos y a disfrutar de la magia de estar vivos.



Despacito se movía (recuerdo) 
y despacito fui amándolo con todas las fuerzas del universo.







domingo, 22 de diciembre de 2013

Espiral - Parte 3


El más pequeño tenía los ojitos cálidos, pícaros y traviesos, podía quedarme observándolo pero siempre a una distancia moderada, era impredecible y reaccionaba ante cualquier ruido, se exaltaba y quería salir huyendo de donde estaba, reaccionaba violentamente, el ruido podía hacer que enloqueciera y no lo supimos hasta la mañana del sábado en el que el sonido estruendoso de las botellas al impactarse entre sí le alborotaron cada célula del cuerpo, golpeó a mi hermano mayor y escapó corriendo, no lo volvimos a ver hasta el anochecer, lo encontramos abandonado en un lugar distante, yacía en la oscuridad bajo la sombra de un poste de alumbrado público, enormemente asustado, sentí su cuerpo temblar cuando lo toque suavemente con las yemas de los dedos, esquivó la mirada una y otra vez, rechazaba cualquier manifestación de cariño, entonces lo abracé fuertemente y papá nos ayudó a tranquilizarlo, lo llevamos a casa y lo alimentamos, antes de irnos para dejarlo descansar lo acaricié una vez más, entonces sentí su corazón latiendo rápidamente, aún ardía el pánico en su interior, pero nosotros sólo lo lastimábamos más estando ahí junto a él, necesitaba curarse, asimilar lo acontecido y volver a respirar con tranquilidad.


Fue uno de esos momentos que se quedan grabados en el corazón, estaba llorando por dentro y pude sentirlo, lloraba de miedo y de culpa, lloraba como un bebé desprotegido, lloraba como solamente pueden llorar algunos seres bendecidos por Dios.



viernes, 20 de diciembre de 2013

Espiral - Parte 2


— ¿Qué es eso que está en el cielo? 
— ¿Ah?
— Te digo que, ¿Qué es eso de color blanco que está en el cielo?
— Ah eso, se le llama POLVO CÓSMICO.
— ¿Y eso qué es?
— Son muchas partecitas pequeñas que están en el espacio junto a las estrellas, planetas y galaxias.
— ¿Pero no salen siempre no?
— No, sólo cuando es una noche llena de estrellas como la de ahora.
— Polvo ¿qué?
— POLVO CÓSMICO, cós-mi-co.
— ¿Y tú cómo sabes?
— Me enseñaron en el colegio.
— Ah bueno ...
¿Por qué cuando apunto al cielo con la linterna no veo a donde va a parar la luz?

— Porque el cielo es muy inmenso e infinito, está muy pero muy lejos.
— ¿Pero la luz llega?
— Sí, claro, pero no la puedes ver porque desaparece, ninguna persona la puede ver y ya deja de jugar con la linterna que nos quedaremos sin pilas.
— Oye ...
— Dime.
— Tengo miedo de pasar por el cementerio de noche.
— No pasa nada, además yo te cuido.
— Sí lo sé, pero igual me da miedo ¿Y si pasamos corriendo?
— Ya está bien, pasaremos corriendo.



Unas de las conversaciones que teníamos mientras volábamos, bajo la luz infinita de las estrellas y la luna llena, llenita toda, con chirridos y cientos de sonidos extraños adornando recorridos, con linternas, caramelos y chocolates. 



martes, 3 de diciembre de 2013

Espiral - Parte 1


Cierta vez, en alguna etapa de mi vida, que se me fue y se fue, recuerdo que yo volaba sin tener alas ni capas, corría sin tener que emplear los pies, latía con corazón ajeno, respiraba naturaleza pura y desprendía mi cuerpo el calor más reconfortante, me quedaba plácidamente dormida y mi cuerpo seguía meciéndose, se movía de un lado a otro con total suavidad, adornaban mis sueños las nubes y las variaciones de celeste cielo esplenderoso, el sol entonces acariciaba a la piel sin causarle daño, y el cabello se pintaba de color castaño.


Continuará . . .