viernes, 14 de septiembre de 2012

Tormento de amor



El hombre más amado de la tierra, 
al que espero desde el siglo anterior. 
Tiene los ojitos color miel y una fragancia tibia, 
muy tibia en su piel. 

Si alguien sabe de él, que me lo diga, 
estoy atormentada por su amor 
tiene en la mirada tanta calidez 
que jamás lo pude olvidar, 
no puedo olvidar. 

Tormento de amor, pasión de mujer, 
el cielo es testigo de mi padecer 
tormento de amor quisiera vivir envuelta 
en sus brazos y hacerlo feliz. 

Se me hace insoportable lo extraño tanto, 
suspiro el desencanto si no está 
él es mi otra mitad, no puedo olvidarlo, 
no voy a olvidar. 

Desde que te vi supe comprender 
que uno es para otro 
y tú eres para mí, déjate ver, no seas cruel.



Una noche del año en el que nos conocimos, en una de nuestras acostumbradas discusiones, me acorralaste de pronto:

- Estoy harto, 

¿Qué esperas de mi?
 ¿En qué quieres que me convierta? 
¿Qué quieres que sea?

No supe que responder entonces, dije tantas cosas para no quedar mal parada pero ninguna fue real, mentí para no sentirme tan vacía, por primera vez supe que no todo lo que decía o hacía estaba correcto y así íbamos por el rumbo adecuado, había querido moldearte, quería que seas como no querías o quizás no podías ser, te había pedido transformarte en un hombre perfecto y tu estabas a leguas de serlo.


Entonces no sabía el porqué de tus torpezas, entonces creía que eres injusto, cruel y egoísta, que no merecías que yo derramase alguna lágrima por ti; quería fabricarte a mi manera y eso nos estaba alejando sin ni siquiera haber estado juntos anteriormente, lo nuestro que había surgido de la nada a partir de un juego virtual y queríamos que los demás creyesen que en verdad era real, había logrado colarse primero en nuestras mentes para luego balancearse en nuestros corazones, estaba destinado al fracaso por como había iniciado y para sorpresa de ambos, de cientos después, se había vuelto sólido y precisamente cuando nos disponíamos a enamorarnos, te arrojé a la nada, te arrebaté de mis brazos, quise que sintieras mi desamor, quise que aprendieses a valorarme, y perdí, perdí de la manera más tonta e inmadura, si inmadura, inmadura hasta la coronilla, que estúpido, yo que tan duramente te había juzgado por la  inmadurez adoptada por ti en nuestra relación, acababa de mandar todo a los mil demonios por algo tan vano, ahora lo entiendo, tan pero tan vano.


Ahora que he revuelto todos mis sentimientos; me atrapó el coraje puro de no haber valorado todas tus virtudes, estaba cegada por tus imperfecciones, por lo que no podías cambiar dentro de ti, por todo lo bonito que sabía que podías dar pero te resistías (creía que te resistías) pero en verdad no podías, te costaba, posiblemente lo habías intentado y no habías podido lograrlo, pero ahí estaba yo para atormentarte, para corregirte a diario, para azotar tus errores y embarrarlos en el rostro.


SOLÍAMOS


Solías encandilarme a diario, con una canción o una palabra tuya, con tu perfecta ortografía y hermosa manera de expresar lo que sentías a través de palabras, me gusta así y lo sabías, me gusta porque perdura, se hace casi eterno.

Solía sentirme orgullosa, mientras íbamos juntos caminando de la mano, orgullosa de lo bello que era que sean míos tus cabellos, tus ojos, tus manos calientes y tus uñas largas, tu perfume delicioso, tu aroma a niño y a hombre a la vez, tu hermoso cabello acariciando mis mejillas, tu olor a pureza desbordante y a limpieza abismal, tu rostro suave y bonito, suave y bonito de más.


Solías esconderte cuando peleábamos, o huir, no por escapar sino por protegerme, eras explosivo (recién lo entiendo hoy) y no querías destruirme, como habías hecho antes con otras personas, y preferías respirar para luego hablar, yo en cambio me había convertido en los vasos preferidos de las gotas rabiosas, estaba al ras del colapso casi siempre, y tu tenías el don maravilloso de hacerme enloquecer, de humedecerme en la locura infinita y entonces mi indiferencia era un guante de box, decías que era jodidamente horrendo que no te hablase por horas, días o semanas.

Solía morir en tus brazos, sentir tu corazón latiendo a mil por hora, eras el sostén que entonces me ayudó a salir del agujero, pero te empezabas a convertir en otro, pero uno deliciosa, agradable y lo suficientemente confortable como para sufrir sonriendo, y llorar en medio del júbilo.

CONFIESO 


Esas tardes y noches, cuando estábamos distantes, moría por verte parado frente a la ventana de mi habitación, sentado en las rieles del ferrocarril donde muchas veces congelamos la melancolía, y esperábamos entonces a que nos visitase la luna, a contemplarnos tan felices; no esperaba que dijeras algo, tan sólo te hubieses atrevido a aparecerte frente a mi, y yo iba  a correr a saltar a tus brazos, iba a llenarte de besos, iba a llenar tus vacíos.

Miles han sido las veces que imaginé ese cuadro, miles las veces que antes de entrar a casa volteé y te busqué con la mirada, miles los minutos que desperdicié caminando lento esperando que corrieras tras de mi (otra vez, otra vez), miles de ilusiones que se evaporaron pero no por completo, aún queda algo de imaginación en mi, cuando una tarde fría y llena de tristeza, aún giro la cabeza y volteó con la esperanza más sublime de verte contemplándome desde algún punto, desde algún orificio o desde algún rinconcito del olvido.

 "Contigo despertar, sobrevivir un día más,
pudiendo despegarnos de infortunios,
sentados sin hablar hoy mis secretos voy a dar
para entregártelos porque sí" 


Sé que debí haber escrito esto antes, mucho antes, mucho antes del antes, pero estaba demasiado atrapada en mi herida de mujer, envuelta completa, sé que ya no tiene sentido escribirlo porque no lo vas a leer, y si me lees ¿Y si lo haces?, no, no, no lo vas a hacer, y en todo caso si lo lees no vas a pasar un párrafo y vas a dejarme bailando sola.



INSISTO

Yo no me arrepiento de haberte querido como te quise, mi tormento no radica en intentar suprimir lo que existió, no quiero hacerlo, porque no lo mereces, fuiste demasiado especial y demasiado hermoso, tú no eres de los que una olvida fácilmente, posiblemente yo si lo haya sido, pero tu no, tu nunca . . . NUNCA.


Estaré esperando por ti, siempre habrá un poquito de mi para ti, así ya no esté tan sola más adelante o haya decidido darle cabida a un nuevo sentimiento, siempre existirá un poco de mi para mi.


"Mis días sin ti son tan oscuros,
tan largos tan grises mis días sin ti,
mis días sin ti son tan absurdos
tan agrios tan duros mis día sin ti,
mis días sin ti no tienen noches,
si alguna aparece es inútil dormir,
mis días sin ti son un derroche,
las horas no tienen principio ni fin".


Algo más . . .

Te extraño a rabiar,
siento la necesidad más repudiable de que las yemas de tus dedos vuelvan a deslizarse por mi espalda mientras me vas besando con ternura.

Te extraño más que todos los días que se diluyeron en tu ausencia, 
siento la cobardía inexplicable del que si no regresas voy  a correr a buscarte.
Te extraño inmensamente,
y he olvidado todo, todo lo que no sea agradable, todo lo que ATORMENTE DE AMOR.

Pero sé que nunca lo sabrás
 porque sé que no vas a leer esto . . .
¡Oh Dios mío! no no no NO lo vas a leer.


6 comentarios:

  1. Hola, interesante tus palabras, la nostalgia, el anhelo y por sobre todo la esperanza; y ese gusanito que nos inspira a escribir, desnudan palabra por palabra lo que somos; no te conozco pero sé de alguna forma por lo que pasas, sabes me identifico bastante con esos instantes, los cuales los describes casi a la perfección; me gustaría susurrar muchas cosas, muchos instantes, tantas horas, en fin como terminará tu historia eso solo tu lo vivirás, pero ya no te detengas en un ayer...
    PP

    ResponderEliminar
  2. Espero te encuentres bien siempre

    ResponderEliminar
  3. Acabo de leerlo y créeme, pase del primer párrafo.

    ResponderEliminar