martes, 7 de agosto de 2012

Tal vez . . .


Hoy desperté con sabor a ti, 
te soñé y lloraba, de felicidad lloraba.


Me encontraba yo en la universidad, con las amigas de siempre, conversábamos efusivas sobre temas que carecían de importancia, sonreía y desconocía la razón del porqué, fue así que de un momento a otro, apareciste frente a mi, al principio me costó reconocer tus labios la sensación de poquedad se apoderó de mi cuerpo, mis ojos se negaban a morir una vez más, sentí miedo y vergüenza, vergüenza plena.

Lucías tan radiante, vestías con un uniforme deportivo que estaba adornado con la bandera nacional, en el pecho resaltaban tus nombres y tus dos apellidos, estabas tan hermoso y yo pude derretirme de inmediato al observar tus ojos de príncipe; tu mirada, sí, era la misma de antes, aquella con la cuál me contemplabas con ternura perdidamente enamorado, esa que me acompañaba cuando salía del colegio y cruzaba la pista en dirección a tus brazos, a envolverme en tus días, en tu infinito romanticismo, en tu dulzura empalagosa, en tu amor, en tu misericordioso amor.


Nos quedábamos entonces perdidos viéndonos fijamente, tenías los cabellos alborotados y más bonitos que de costumbre, espiralados y negrísimos.

Me sentí tan orgullosa al verte engalanado por un uniforme tan llamativo y representativo, estabas más grande y más lleno de vitalidad, habías logrado alcanzar el sueño de toda tu vida, sonreías dulce, mágico y encandilador. 


Hace más de un año que no volvía a soñar contigo, hace tanto fue, que ya había perdido el color de tus sonrisas. Ayer no estaba pensando en ti y recuerdo que hace unos años, te soñaba porque minutos antes de quedarme inmóvil en la cama había imaginado tu rostro, había acariciado tus mejillas con las yemas de mis dedos, o había escrito algún poema con rimas adoloridas.

Anoche no estaba pensando en ti, pero te soñé y me volví a enamorar de tu recuerdo, no pensaba en ti pero entendí el porqué del sueño y el porqué de este remordimiento que quema mis memorias y acalora mi corazón.

Hace cuatro años, cuando yo había pasado de ser de la más insignificante criatura que habitaba sobre la faz de la tierra a la niña/mujer más feliz del universo, mientras tu adornabas mis canciones, y le dabas razón a mis días, se realizaba BEIJING 2008.

Ya para entonces sabías que yo adoraba los juegos olímpicos, mis estrellas brillaban cuando estaba sentada frente al televisor, quizás por mi frustrada ilusión de convertirme en futbolista profesional, no lo sé, pero desde muy pequeña me fascinaron las fiestas realizadas cada 48 meses, en las cuales miles de realidades trascendían y otras se estancaban.

Solíamos quedarnos entonces hasta la madrugada, tu me acompañabas desde el otro lado de la urbe, apegadito al celular, las llamadas estaban caras en ese tiempo y optamos por los mensajes de textos, es increíble como podía alegrarme el sonido de tus cursis palabras repletitas en un texto pequeño y lo poco que expresaba un te amo para tanto amor contenido, no me cansaba no, de decírtelo, te amaba en demasía, de amaba con todo lo mío y parte de lo tuyo, te amaba de día y te amaba aún más de noche, porque es de noche cuando uno se siente más susceptible y débil a las emociones, y yo no podía dejar de amarte más y más con el transcurso de las estaciones.

Tu preferías el baloncesto y yo moría por la gimnasia rítmica, y así eran nuestros días de olimpiadas, en ese entonces hablábamos mucho de Londres 2012, hablábamos tanto de todo lo que podría suceder en nuestras vidas, imaginamos nuestras vidas atadas hasta el infinito hasta el fin de las luces de lo desconocido y éramos todo lo que necesitábamos uno del otro, el otro para uno, éramos armonía, completa y perfecta.

Hace días que inició esta algarabía multicolor, donde cientos de deportistas persiguen el podio como un niño a un chocolate, donde sonríen unos y lloran otros, donde la competencia se vive a mil por hora y la medalla de oro se convierte en dicha.

Pero tu no estás, no estás y me destroza tu ausencia, o estás quizás pero te has olvidado que existo, que te espero y te esperado hasta ahora, al principio con mi consentimiento y ahora porque simplemente es así, el destino se edifica lentamente y yo voy construyendo una ilusión, lo suficientemente fuerte como para sustituirte, y lograr arrancar tus labios que han vivido impregnadas en mis enzimas, que me absorbido la inocencia y cuya fuerza sobrenatural me recuerda a diario que aún vives en mi.

Tu no estás y a mi me desbarata tu danzar intacto,
giras y giras a mi alrededor,
me acompañas y no está tan mal,
no estaría del todo mal si no fuese que ya no vas a volver,
no vas a volver a abrazarme,
no vamos a volver a enlazarnos,
no voy a volver a envolverme con tu piel,
no vas a volver a ser mío, ni volveré a entregarme sin miedo a tu amor.



 "Y el amor a veces,
vuela lejos, pero VUELVE
y tu y yo tal vez,
sólo diré tal vez,
tengamos un después.

Deja que piense 
que aún puedo reconquistarte,
aunque tal vez no sea HOY. "



1 comentario:

  1. Me encanta lo que escribes pero creo que jamas se lucha por un amor no correspondido por tanto tiempo, y menos si no hay una luz de esperanza por lo que leo... Sigue adelante trata de olvidarlo! Creo que es lo mejor para alguien tan grandiosa como tu!

    ResponderEliminar