lunes, 26 de marzo de 2012

Carta a Cupido # 1




Esa noche de luna vacía, él agrietó su corazón, desapareciendo así su sonrisa, la disfrazó de Monalisa y la aventó a la nada, hizo con su traición que caminase de puntillas sobre las espinas, minutos antes le vendó los ojos y le absorbió los ojos insinuosos, antes de volar, lejos muy lejos de su carne molida, vertió su último veneno, con la frente en alto, el pecho enaltecido, los cabellos agrandados, el ego sobre la cien, y el orgullo bailoteando sobre él:


                                              . . .  "Te lo advertí, puta de mierda"


Yo me la encontré esa noche de luna furtiva, tenía la mirada perdida y cientos de lágrimas deslizándose hasta su ombligo, lucía hermosa pero con la tristeza resbalándose hasta por la garganta, me sonrió fugazmente y a medias, me entristeció no verla primaveral como hace algunos días. Pude sentir su dolor, respiraba melancolía, rozó mi piel con su miel pero ya no emanaba dulzura, estaba podrida, yo sabía muy bien que después de esa cita con el desamor ya no sería la misma de quien me enamoré.


Ella desapareció esa noche de luna sombría, decidió envolverse en su canción y evaporarse junto a la música de sus ideas, pensó que escapar era mejor que permanecer bajo el dolor que la consumía, cogió las piezas de vida, envolvió cuidadosamente el vestido turqueza que tanto adoraba, desempolvó las zapatillas de goma y partió dispuesta a dejar un trozo suyo en cada milla, dejó destellos de armonía y se me esfumo, se me esfumó mi niña.


Nosotros la vimos morir esa noche de luna esquiva, no pudimos evitar que se marchitase, era tan bonita, y yo la amaba tanto, tenía entre mis dedos el poema que Dios me ayudó a componer, el que Neruda reclamó a regañadientes, el sueño de Becker hecho realidad. Utilicé como tinta mi sangre, no pude evitar que se me escabullan todas las venas, querían ser partícipes del más puro de los sentimientos, pero no era yo, hace mucho que había dejado de ser yo para convertirme en ella, ella tenía el poder de causar revoluciones en mis entrañas, esa noche como ya mencioné, yo besé las letras de su nombre, la entrelacé suavemente a mis recuerdos y la vi partir . . .  la puta de mierda, era mi Diosa y mi cuerda.

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