domingo, 9 de enero de 2011

Never*Forget [!]






Hace quince años, cuando nací en sus ojos y él murió en lo míos, sabíamos que era el inicio de nuestra mejor historia de amor que englobaría sonrisas, llantos, intentos de suicidio, maltratos, soledad permanente, caminares confusos, odio apasionado y estupidez pura.
*

Lo sabíamos muy bien, porque recordábamos la mañana en el jardín en el momento que vibramos de algarabía apegaditos uno al otro, engrapando de por si mi vida a la suya y entonces empezó mi verdadera sinfonía llena de temblores que fue remendada desde final hasta el principio con torpes caricias de un ser irracional que para muchos no existía, por lo menos no sobre la faz de esta tierra.

Me enseñó a caminar de puntitas para que los demás no descubran mis sueños, y elevarme algún día con la satisfacción de haberlos cumplido, pero siempre sigiloso tras mi andar para cuidar mis latidos y velar para que no fuge mi don de niña cándida. Me guió en dirección suya siempre que no soportaba más la crueldad de los falsos humanos, para besar mis tristezas con ternura indescriptible y mimase mis traumas con piruetas improvisadas. Siempre se mantuvo ahí, cuando tenía la mirada perdida durante horas, sin saber que sentir ni que pensar y mucho que creer porque ya no me quedaba nada, siempre tenía para mi un sorbo de él.


Durante las noches más tristes de mi existencia, donde el aire frió se empozaba en nuestros pensamientos y el chirriado de los grillos se condensaba en nuestros cuentos imaginarios; me quiso como nunca alguien lo ha hecho, me alcanzaba la patita para que la mordiese y no doliese tanto los minutos que faltaban transcurrir, emitía sonidos hermosos que las palabras dejaron de ser importantes y desaparecíamos juntos, empapados en lágrimas.


Escapó de las garras de la muerte por envenenamiento por más de cinco veces, en cada batalla peleó como un guerrero; leal a sus principios, fiel a sus ideas; digno de aplausos y agradecimientos, realmente corajudo hasta cuando caminaba, con la colita y la mirada en alto. Se mantuvo alerta a cada una de mis caídas, para ver de lejos si aún podía ponerme de pié, por si la tristeza había podido brincar mi orgullo y era necesario que corriese en mi auxilio, para lavar la sangre con sus heridas.


Hace dos semanas antes de partir, lo sentí distante con las orejas más gachas de lo normal y caminaba más despacio que siempre, con los ojos aguados y toda una vida rozándole los dientes, sabía que llegaría lentamente el desenlace de sus latidos, no obstante me negué a creerlo ahora que ya no está junto a mi, me pierdo entre la realidad y la fantasía, creyendo tontamente que está durmiendo en algún lugar, preso de todos los párrafos escritos sobre su lomo y sumergido en alguno de los viajes al edén de sus sentidos, donde aún su oído izquierdo oye algún sonido, y sus ojos son capaces de percibir el danzar de los colores.




Lo extrañaré mañana.
.
Lo extrañaré pasado.

Lo extrañaré cuando calze el sonido de otro ladrido.

Lo extrañaré porque mi mente frágil ha borrado los pasajes de mi libro profano,
y no he podido todavía inventar la maravilla que me ayude a capturar momentos.

Lo extrañaré aún más porque no me dejó su cuerpo,
para cantarle antes de dormir para que no le den pesadillas.

Lo extrañaré todavía mucho más porque se llevó consigo
mis últimos besos y mis últimos años.

...

Aún sigo arrojando migajas de pan cerca a tu cama

mientras grito fuertemente

para que me sientas, a lo lejos ... =[




G.A.M.E O.V.E.R

(*)


2 comentarios:

  1. Por ahí dicen que la fidelidad de un perro es incomparable, en este caso siéntete feliz porque durante su estadía en este mundo el te dio sus mejores momentos, los cuales debes recordarlos siempre con una sonrisa en el rostro.

    Tu tuviste a un Zombie yo a un Duende me acompañó desde que nací hasta el día que cumplí 15, sin duda logré identificarme con tu post al 100%!

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  2. Ver la foto me partió el alma, al seguir leyendo y sin darme cuenta yo ya estaba llorando, fue un grande y sigo pensando que se fue pero volverá porque nadie lo vió muerto; por lo menos eso quiero pensar.

    Un abrazo Majito.

    tu primo, César

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