miércoles, 30 de junio de 2010

Algo + que contarte (*)

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Solían despertarme a las cinco de la mañana, a veces antes, pero nunca después. Mi madre me cambiaba de ropa con rapidez y mientras lo hacía, me daba golpecitos en las mejillas para no volver a dormir:

- Despiértate, ya tenemos que viajar - suplicaba.


Pero eso no era suficiente, el sueño siempre se ha adherido a mi ser, desde siempre; por eso optaba por vestirme un día antes, y que me durmiese lista, para no tener que demorarse cambiándome, porque en más de una oportunidad presionada por el escaso tiempo, me colocó el pantalón de tirantes al revés y las medias impares.

Colocaba la mochila de #Monito.amarillo en la espalda, me peinaba con trenzitas y me alcanzaba a "Dulce" (mi muñeca preferida) para encargarme de ella durante el viaje.

Caminabamos presurosos por el ferrocarril, mientras el ir y venir de avecillas madrugadoras, me despertaban de a poquito, y hasta asimilar un poco la rutinaria situación, ya estaba ahí: frente a una de las experiencias más maravillosas que haya vivido. Era impresionante la cantidad de personas que antes, al mismo tiempo, o después de nosotros llegaba a la estación del tren. Ya adentro, el panorama era más impresionante, la muchedumbre se desplazaba de un lugar a otro, los señores de la boletería con su andar paranoico, un grupo mayoritario sentado sobre las gastadas pero relucientes bancas marrones, y más de una persona corría con maletas en las manos para formar parte una interminable aglomeración para ocupar uno de los saturados asientos en el tren.



Esperaba sentada soñolienta, mientras mi padre compraba los boletos y mi madre iba por algo de comida, para saciar la ansiedad del momento, me encantaba observar todo lo que sucedía; quizás alguno de mis sentidos vislumbró en alguna de mis alucinaciones, que todo aquello se reduciría a nada. Había un televisor grande, ubicado exactamente al centro, el cual distraía a los niños y a algunos que hace décadas dejaron de serlo. El único restaurante, estaba ubicado en una casa aledaña, que formaba parte de la construcción, atendía todos los días, desde que amanecía hasta que anochecía.



No faltaban los quioscos, en los cuales vendían desde juguetes hasta relojes y linternas, y tampoco más de un turista, sonriéndole a la vida, más aún a la herida de la mayoría de toda esa plebe.

Niños llorando, mujeres cantando y una nueva historia gateando.



... El encargado de la puerta, anunciaba que ya había llegado la hora.

Entonces era así como empezaba la aventura.



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Los asientos estaban clasificados por números, y los trenes distribuidos por clases: Primera y Segunda.


El vagón era el VIP, pero no formaba parte de estos, era independiente y más veloz.

El precio de los pasajes variaba entre s/5 y s/10, de acuerdo a la distancia.


Los vendedores inundaban el tren con gritos, y ofrecían sus productos, caminando de un lugar a otro, subían de distintos lugares y cada uno tenía algo diferente que dar: "chicha de jora", "bizcochuelos", "queso", "yuca", "chicharrones", "chirimoyas", "tunas", "huevos cocidos", "panes de trigo", etc.


Un sordomudo, se encargaba de vender las gaseosas, un sonido peculiar lo caracterizaba y era innecesario que hablase, porque ya todos sabíamos que venía. Un viejito de unas siete décadas, vendía los helados Donofrio, era amigo mío.


Zombie, viajaba con nosotros y eso les molestaba a los encargados de la seguridad; tratábamos de esconderlo debajo del asiento, pero a pesar de nuestros esfuerzos, lo descubrían.


Después de tantos viajes, terminaron por aceptarlo y apreciarlo.


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Me acuerdo aún de sus rasgos cansados, pero con una lucesita de esperanza, unos eran amables y otros ya habían perdido la paciencia en uno de los kilómetros transcurridos ... pero a pesar de ello tenían la seguridad de que mañana, estarían de nuevo ahí con la rutina agotadora pero necesaria para subsistir y para darle una mejor calidad de vida a los suyos.


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Días, semanas, meses o años después ... sucedió lo inevitable.


Los trenes llevaban años trabajando, unos más que otros, pero al final todos terminaron viejos y acabados. Los mantenimientos que estos tenían, a pesar de los esfuerzos, no eran suficientes debido a que tenían que realizar viajes a diario. Era algo que se venía venir, pero nadie hizo algo para remediarlo, el país atravesaba un proceso de reconstrucción debido al daño que aún seguía causando el terrorismo, no le otorgaron la importancia necesaria; se olvidaron que estas máquinas tan útiles para el transporte, también sentían y al igual que a una persona que ha trabajado tanto, le dolía.


De un momento a otro, todo lo construido con esfuerzo, se atrofió.


Los trenes eran antiguos , el gobierno no los adquirió cuando estos eran nuevos. Es por ello que poco a poco, los años que llevaban encima, empezaron a dar su manifiesto. Dejó de funcionar de manera correcta, solía descarrilarse de vez en cuando, demorándose mas horas de las establecidas, las personas dejaron de confiar prefiriendo la elección de otras vías que les permita llegar a su destino, cabe resaltar que no todas podían darse estos lujos, ya que hasta la actualidad muchos de los pueblos por donde pasaba el tren, no cuentan con otra medio que les permita salir al exterior.


El tren ya empezaba a fallar, las personas expresaban su molestia cada vez que podían, empezaron a denominar al tren con la siguiente frase: "Sale cuando quiere, llega cuando puede", era verdad el horario que antes cumplía con cabalidad, quedó en el olvido.


Pasaba el tiempo, y eran pocas ya las personas que se "atrevían" a viajar en él, porque no les quedaba otra opción, tenían que adaptarse a lo que el tan criticado servicio les podía ofrecer, el tren que antes llevaba consigo a centerares de personas, redujo su capacidad a decenas. Esto no cubría con el gasto diario del personal, combustible, mantenimiento, impuestos, entre otros.


No quedaba de otra, había llegado el momento, de decir adiós.


De terminar con una historia, que en un momento determinado llegó a un auge impresionante, ni el ferrocarril más alto del mundo y mucho menos la necesidad de las personas con bajos recursos económicos, fueron lo suficientemente capaces ... para detener esta destrucción.


Una infinidad de empleados, se quedaron sin trabajo; otro considerable grupo de personas se quedaron atascados en los pueblos donde nacieron sin poder salir de ahí, ni conocer algo más allá de su abandono; el turismo disminuyó notablemente y el sueño más lindo que alguna vez tuve se hizo polvo.


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En febrero del año pasado, la actual Ministra de Economía y Finanzas Mercedes Aráoz manifestó en una de sus conferencias, que la implementación y el funcionamiento de los trenes que cubren la ruta Huancayo - Huancavelica se realizaría a mitad de año (Junio), han transcurrido meses ... y este problema no ha sido resuelto.


¿Cuánto más tenemos que esperar?

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[*Extraño volar mientras respiro dulzura, realmente lo extraño!]

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